domingo, 13 de julio de 2008

EL PODER DE LA PALABRA

Siempre he tenido el gusanillo de escribir, pero últimamente esa necesidad llama a mi puerta con más intensidad y con más frecuencia, y es que definitivamente lo mío es la palabra. No sé manifestar mi esencia de otra manera.
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Tengo la fortuna de vivir de la palabra, contemplo diariamente su poder curativo y su capacidad de transformar una pesadilla en una esperanza, pero también conozco su lado oscuro y su facilidad para romper en mil pedazos una ilusión.
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Me gusta jugar con ella, empujarla, vestirla de ironía, pintarla de amor, y confieso que alguna vez la he utilizado como trueno de la más oscura tormenta.

A veces se va y por más que yo lo intente, no viene cuando la llamo sino cuando ella quiere, y me deja sola y en silencio, sin nada que decir.
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Somos compañeras de viaje y nos utilizamos mutuamente: Ella me usa a mi para convertirla en voz y yo la uso a ella para transformarla en sentimientos.
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Somos muchos, quizás todos, los vendedores de palabras, sobre los que recae la gran responsabilidad de su buen uso y es que, las palabras gobiernan el mundo y cuando son utilizadas como instrumento de paz y de concordia, nos acercan a una nueva conciencia, pero cuando se ponen a merced de intereses sectarios y partidistas, causan daños irreparables en los que las reciben, si no son capaces de darse cuenta de la intención con la que han sido lanzadas.
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Palabras de Esperanza Temprano

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